¿Qué haces aquí?[Alexandra]

La luna llena hacía su entrada ese mes. Como de costumbre yo estaba fuera, en el bosque prohibido esperando mi transformación. Todo debería ir bien, la poción matalobos había servido siempre para no hacer daño a nadie. Con la luna en lo más alto mi cuerpo empezó a convulsionar hasta llegar a convertirse en un monstruo de cuatro patas con colmillos afilados y alargados al igual que las garras y el cuerpo cubierto de pelo negro como el carbón. Fue entonces cuando perdí la conciencia.
Al despertar, mis manos estaban llenas de sangre, y a mi lado , el cuerpo de Audrey yacía inerte con todo el cuerpo abierto en canal. Alguien había devorado sus órganos. Yo.

Desperté en un grito ahogado con la respiración agitada. Me llevé la mano al pecho hasta darme cuenta de que sólo había sido una pesadilla más. Tiré de la sábana que me cubría hasta tapar mi rostro por completo y me quedé allí unos segundos, como si una sábana me fuese a alejar de mis peores temores.
El reloj marcaba las 6:00 am . Era temprano, pero después de la pesadilla me sería inútil volver a encontrar descanso por lo que me levanté y me vestí con un vestido hasta las rodillas de color azul marino vaporoso y una capa negra hasta los pies con capucha y salí de mi cuarto con la varita escondida en el bolsillo oculto de la capa.
Caminaba sin rumbo fijo hacia el exterior. Al cruzar la puerta que daba al patio del reloj me puse la capucha y caminé en dirección al puente. Una figura me llamó la atención y me dirigí a ella. Una vez cerca pude percatarme que era un alumno, probablemente de 6º o 7º curso. Mis clases aún no habían empezado pues las optativas lo hacían más tarde así que desconocía su identidad.

- Debería estar reponiendo fuerzas, todavía. - me limité a decir mientras me colocaba frente al joven de ojos claros.
No me consideraba una profesora aguafiestas y no regañaba mucho a los chicos, pero tampoco pasaría por alto las normas de Hogwarts. Pero al fin y al cabo , no era ningún delito deambular cuando has perdido el sueño ¿no?

Podía olerlo, podía casi sentirlo. No era un mago común , aquel chico y yo compartíamos la misma maldición. Intenté no hacer notar la sorpresa en mi rostro. ¿ Sería seguro que uno de nuestros alumnos fuese un hombre-lobo? ¿Estaría experimentado en el tema? No, claro que no. Era un niño y era prácticamente imposible poder controlar a la bestia. ¿ Qué pasaría si en luna llena atacara a alguien?
Sentía lástima por él, no podía echarle de Hogwarts, él no tenía la culpa de ser una bestia. Pero sí podría ayudarlo.
Deseché todas mis preguntas por el momento, pues tenía que mostrarme neutral.

-Aún así , no debería salir del castillo, ni siquiera de su habitación, hasta la hora indicada , pero creo que eso ya lo sabrá , ¿verdad?- pregunté mientras alzaba una ceja.
No se me daba bien eso de ser autoritaria pero tenía que acostumbrarme de ahora en adelante.

- Alexandra Lightwood, profesora de Cuidados de Criaturas Mágicas- ofrecí mi mano con una sonrisa esperando a que la estrechase con la mía. - ¿ En qué año está?- incliné la cabeza levemente atendiendo a sus respuestas , debía familiarizarme con él hasta ganarme su confianza. Por suerte estabamos lejos de la próxima luna llena. Tenía tiempo.

Sonreí ante su gesto, aunque sabía que posiblemente se diese cuenta de mi naturaleza al igual que yo, estaba completamente segura de que no me causaría problemas, algo en él me decía que estaría de mi lado.

- Es un placer. - retiré mi mano con delicadeza y me retiré un mechón de pelo que volaba frente a mi rostro colocándole detrás de mi oreja derecha.

Aunque debería mandarle a su habitación preferí charlar un rato con él.
- Espero que te tomes más en serio las clases que las normas de la escuela.- bromeé con una media sonrisa. - A tu edad también me escapaba de la cama a menudo, a veces tenía la necesidad de salir al exterior y correr un poco.- ugh, a veces sentía la sensación de hablar como una vieja en vez de como una chica veinteañera. - Quiero decir...aún lo sigo haciendo...-después de debatirme en si lo que decía me convenía o no, decidí dejar ese tema a un lado.- Da igual. - negué con la cabeza con el ceño fruncido como si lo que saliese de mi boca careciese completamente de sentido, sintiéndome humillada, como muchas veces.
A veces me preguntaba cómo había llegado a mi puesto siendo tan desastre.
- ¿ De dónde eres, Nicholas? - otra manía mía, tenía costumbre a olvidar tratar de usted a los alimnos.- ¿ Puedo llamarte Nicholas? - me rectifiqué esperando su respuesta.
Probablemente me apodarían como la profesora pirada o algo así, estaba segura de ello.