Un maldito pero, gran encuentro ; Beth

Mi vista se encontraba perdida en las ramas casi desnudas, salvo por unas escasas hojas marchitas que aun prendían de la madera, pero por su aspecto se podía notar que no faltaba mucho para que se quedara completamente sin hojas. El Sauce Boxeador siempre se veía más tétrico en estas temporadas del año, lucía casi como lo hace en navidad, a diferencia de que ahora pequeños animales se encontraban a su alrededor. Se sabe que ellos no son seres pensantes, pero que fueran tan idiotas para seguir yendo precisamente al único árbol que es capaz de moverse y que aparte de todo eso tiene un maldito genio de los mil demonios, eso sí que era masoquismo. Como si el sauce hubiera estado conectado a mis pensamientos, hizo exactamente lo que yo pensaba. Una pequeña –Y asquerosa- ardilla empezó a acercarse más cerca de sus raíces, con las intenciones de escalar para llegar a sus ramas, pero el árbol había reaccionado más rápido incluso que un humano, y había aventado con una de ellas al animal, mandándolo a volar del empuje tan violento que le brindo, seguramente matando con el impacto a la cosa peluda, el sauce se volvió a quedar quieto, como si nada hubiera perturbado su sueño. Esa vista solo me provoco una espontánea carcajada, “Eso es lo que sucede cuando te entrometes en el camino de la pantera” Pensé aun con cierta diversión. Un par de dedos descuidados se posaron de la nada delante de mis ojos, chasqueándolos con intenciones de llamar mi atención, acto que solo me hizo irritarme de sobre manera. “Te quedaste ida otra vez, Elizabeth ¿Escuchaste lo que te dije?” La escuche parlotear mientras seguía con el molesto ruido, con lentitud alce mi vista hasta encontrarme con el rostro ovalado de mi compañera de casa, dedicándole una sonrisa hipócritamente sarcástica me paré de la banca donde había estado sentada, sin decir nada más me di la vuelta y comencé a caminar dentro del castillo.

Y tal como había pasado con el sauce, caminaba por los pasillos como si nada de lo anterior hubiera pasado para mí. Tenía ahora mismo clase de adivinación, pero no me apetecía fingir que una bola de cristal común y corriente tenía algo de interesante; no pasaría nada si por una vez no entraba a la estúpida clase, al final podría decir que me encontraba incapacitada en la enfermería y me libraría de la profesora sin dificultad alguna. Al volver a despertar de mis pensamientos me di cuenta que me encontraba en la entrada de la torre del reloj, mis instintos siempre sabían a donde llevarme. Camine de una manera distraída con el pasillo de madera colgante, con la mirada perdida abajo… “Qué Patético” escuche el murmullo de un chico, al levantar la vista me topé con ese chico de espaldas, un Gryffindor reconocí gracias a su túnica, con una mueca de asco di otro paso hacía enfrente y pude reconocerlo; Hunter Rousseu, hermano de una de mis compañeras de casa. Sonreí ladinamente ¿Sería malo jugar un rato con el gatito?.- Los leoncitos siempre son patéticos, eso ya no es novedad.- Murmuré con sarcasmo mientras posaba mi mano sobre el barandal. Esto será entretenido.