Ginna W. Müller # ID

Ella es hermosa. Y lo sabe. Pero no le da importancia. No es difícil darse cuenta de ello o ser un superdotado. Ginna Weronika Müller es una mujer más que hermosa. Su rostro es angelical, delicado, frágil. Como si de una muñeca de porcelana se tratará. Sus ojos es el cielo encerrado en una sola mirada. Turquesa Verdosa, profundos como el mismo mar. Firmes, destellando madurez por donde los veas. Dulces, cualquiera podría perderse en ellos aceptando el riesgo de no regresar. Sus pomulos, cálidos y suaves. Parecen perfectos. Su nariz, alargada y algo respingada. Y llegamos a sus labios. Gruesos, carnosos y sonrosados. Tentación. Eso son. Siempre invitando a ser probados, aunque su dueña no lo permita.

Su cuerpo, muy bien medido para su contextura, altura y edad. Con las piernas largas y cintura delgada, fina y elegante, Darlene tiene un cuerpo sacado de revista. Su busto esta proporcionado con el resto de su cuerpo y su abdomen aplanado dando un toque femenino a su cuerpo. Tiene un tatuaje en su espalda, a la altura de la cintura, en forma de girasol. Y otro en su dedo pulgar, en forma de sol. Posee una marca de nacimiento, algo que han tenido todas la mujeres de la familia Müller. Un pequeño lunar encima de su busto derecho.

Ginna es una persona que prefiere el vestir cómoda al vestir elegante. Por esta razón, su guardaropas esta lleno de jeans, shorts o vestidos que siempre le permitan moverse a su estilo. Lleno de blusas sencillas o con estampados de nombres de bandas como los son los Beattles, los Rolling o Queen. Bandas muggles, pero que para Ginn, tienen lo que las mágicas no. Y sus inseparables converses no podían faltar en este panorama. Otra fanatica de estos fantasticos zapatos. Rojos, azules, verdes, negros, marrones y demás. Todos en un mismo closet. Y a pesar de todo eso, sabe que cuando debe ir elegante, debe tomar sus tacones y sabe combinar su ropa para causar impacto a donde vaya. Siempre hermosa, aunque no lo planee. Por que así es ella.

Hay que entender algo muy bien antes de siquiera querer comprender a Caitlin. Ella es una mujer de armas tomar. De las fuertes. Guerrera, valiente y osada. Nada la detiene a la hora defender lo que aprecia. ¿Se entiende a donde quiero llegar? Segura de sí misma e independiente. Dos adjetivos que se moldean a la perfección con Caitlin. Nunca titubea ni le tiembla el pulso a la hora de tomar desiciones importantes. Nunca la verás dudar. Jámas. Se vale por sí sola. No espera que los demás hagan por ella lo que ella tiene que hacer. Sí le dicen que haga algo, seguramente, ella ya lo habrá hecho. Así de sencillo. Sin esperar a nadie. Sin ayuda de nadie. Eso la lleva a ser perseverante. ¿No lo logró a la primera? No te preocupes. La joven Müller lo conseguirá a la segunda. Amante de los retos. Siempre colocandose a sí misma metas difíciles de alcanzar, sin miedo al fracaso. Dispuesta a ver la vida como lo que es. Un reto que va a conquistar.

Impredecible y positiva. Esta jóven es una de esas personas con las cuales nunca estas seguro de lo que harán. No llega a la bipolaridad, pero sí. Es demasiado impredecible. Esta mujer es una persona con la cual nunca sabrás que es lo que tiene bajo la manga, que invento nuevo probará o que está pensando mientras hablas con ella. No. No es reservada. Pero, nunca sabrás con que nueva respuesta llegará. Es una persona donde el factor sorpresa siempre está presente llevandola a ser creativa, imaginativa y espontanea. Siempre con una sonrisa en el rostro, hasta para quienes le desagradan. Es una persona que siempre está buscando hacer reír a los demás. Sin importar momento o lugar. Siempre buscando el lado positivo a las cosas, hasta a la misma muerte. Alegre y feliz, son palabras que también pueden definirla. Sabe divertirse pero también sabe donde está el límite. Dulce, demasiado. Aunque extrañamente, no es una dulzura que empalague, sino todo lo contrario. Que atrae, que encadena el alma.

Muy pocas veces piensa antes de actuar, lo que la hace impulsiva. Sigue sus instintos. Hace más caso a lo que siente a lo que la lógica pueda decirle. Esta consciente que eso puede acarrear muchos problemas, pero también está consciente de que los planes nunca salen como son planeados. Eso no significa que no es inteligente y que no usa esa inteligencia. Es analítica, observadora y detallista. Su lógica es rápida. Saca las conclusiones antes de poder decir algo y sus notas son muy buenas. Leal y gran consejera. Sabe escucharte y donde sea que vayas, ella estará ahí para apoyarte. Su amistad es como un tesoro que debes guardar. Claro, eso sí lo conseguiste. Por que sino, entonces, no estarás en buenas condiciones.

Orgullosa y vengativa. Tal vez peca de ser algo caprichosa y egocéntrica. ¿Le hiciste algo? Ella te lo devuelve mucho peor. Nunca intentes convencerla de algo de lo que está segura, por que además, es obstinada como ella sola. No es para nada una persona pacifísta. Más bien se puede decir que es bastante agresiva. Cuando se enoja, sus palabras pueden ser como puñales directo a tu pecho, siempre acompañada de una sonrisa venenosa. Su límite son las personas que quiere. ¿Hiciste llorar a alguien que ella aprecia? Entonces, ve comprando un seguro médico. Creéme, no es bueno hacerla enojar. Engañala o traicionala y te ganas un boleto de ida y sin retorno a Tu vida será un infierno, marca Gallagher y eso amigo mío, no es muy bueno.

Y entonces, llegamos al amor. Sí creíste que por tener un cuerpo bonito y por ser una dulzura de mujer, te la ibas a llevar a la cama, te has equivocado, mi amigo y mucho. Cree en el amor, ya lo dije, pero como algo bonito. No como una patetica excusa para tener sexo. Es un reto enamorarla y nadie lo ha logrado aún. ¿Quieres dejarla sin palabras? El amor es lo único que lo logra. Y en el fondo, tiene pánico. Pánico a enamorarse y que jueguen con ella. Pánico al amor. ¿Rebelde? Sí, probablemente. Ella no sigue modas, ni multitudes. Ella impone sus propias reglas. Suele tener la voz del mando. No permite que nadie dirija su vida. Es de ella y ella tiene el mando. Así de sencillo.

Familia. ¿Que se viene a la mente cuando se escucha esa palabra? Sencillo, una escena alegre, feliz. Gente compartiendo, unida, sin preocupaciones. Con nada más que sonrisas en sus rostros. Sí, eso es lo que viene a la mente cuando de familia se habla. Entonces, ¿Algo paso? ¿Hay algo mal en los Müller que esa imágen se ve demasiado lejana? No. Simplemente, hay que entender que no todas las familias son iguales, que no todas son unidas y no todas son felices. Los Müller lo eran. Eran una familia feliz o por lo menos en apariencia, pero ella cumplió once años y todo cayó en picada. Por que con once años comenzaba algo nuevo en su vida, diferente. Y el ser humano, todos los seres humanos tienen miedo a algo en común. El cambio. A lo diferente. A lo desconocido. Y ella, pasó a ser una completa desconocida para su familia.

Ginna Weronika. Así fue bautizada por unos padres cristianos-católicos. Nació un 21 de Diciembre, curiosamente, el día del espirítu Navideño. Abrió sus hermosos e impactantes ojos encontrandose con la mirada húmeda de una madre repleta de felicidad. Tres kilos ochocientos. A las doce del medio día. Era una bebé saludable. La familia estaba reunida y aunque en algunos semblantes como el de Patrick Müller, la sonrisa era falsa, se sentía la alegría y el positivismo en el ambiente. Era un buen día, el sol brillaba en lo alto y personas habían llegado desde lejos solo para conocer a la nueva niña de la familia. Sí, parecía tener un futuro éxitoso. Una vida normal y quizás, si tenía suerte, no rutinaria como la del resto de los humanos. Su infancia pasó sin mucho más que mencionar. Ginna era una niña feliz. A su padre no lo veía mucho, pero su madre pasaba con ella todo el día. Jugando con ella, criandola y enseñandole las cosas buenas, positivas, alegres y felices que toda niña debía saber. Nada cambiaría, nada arruinaría su felicidad.

Y entonces, cumplió once años. Lo cierto es que Ginna nunca pensó que su familia fuera tan...superficial. Tan preocupada por el ¿que dirán?; común en la gente. No, ella no había notado esa faceta de su familia y quizás, fue lo que más le afecto. El saber que siempre había sido así y nunca asimilarlo. Una carta lo cambió todo, una visita la hizó diferente y un colegio nuevo la convirtió en una desconocida. Ginna era una bruja, hija de muggles que eran las personas no mágicas, como sus padres. No fue nada fácil que Ginna asistiera a clases. Días, semanas de discusión, de llanto, de súplica a sus padres para que la dejarán ir a ese colegio que se veía prometedor para su futuro. Pero nunca imaginó que sería apenas el comienzó de largos años infernales. En su propia casa.

Su vida en Hogwarts era perfecta. Asistía a la casa Ravenclaw y con cada día que pasaba, todos se convencían más de que Aline pertenecía a esa casa. Ella era amable, dulce, agradable con todos, sobretodo inteligente y aún así, no tenía muchos problemas por que además de ser una gran bruja, su puño en la mejilla de alguien era demasiado arriesgar. Una mujer de armas tomar, sin duda. Pero todo cambiaba en verano. Esa niña feliz y alegre que se mostraba en Hogwarts, se quedaba ahí y no acompañaba a Ginna a su casa, que pasaba a ser triste y hasta desdichada. Su madre la llamaba fenómeno y aunque percebía el dolor en sus ojos al llamarla de esa forma, no lo retiraba. Su padre, él ni siquiera la mirada. Ese desgraciado solo hablaba con su esposa y hasta hablaba de ella, frente suyo, como sí estuviera muerta. Y aún así, Aline se armó de valor y aguantó todo. Las encerradas, el hambre de una noche sin cenar gracias a que sus padres se iban de vacaciones una semana y no le decían, no volvió a ver a sus primos, ni a sus tíos y tenía suerte sí veía al perro del vecino. Pero ella era más fuerte y soportó. Su amor por la magia, Hogwarts y ese maravilloso mundo, la ayudó y la reconfortaba todos los días.

Ya no le afecta, esa es la verdad. Le da igual sus padres y solo quiere una vida normal. Ha vuelto a su séptimo año en Hogwarts y esta dispuesta a concentrarse en sus estudios, aunque el amor paresca tocar su puerta.