¿Por qué te cruzas delante?[Caride]

Estupendo el día en el que cometí el error de llevarme mal con uno de las profesoras más idiotas del mundo. La estúpida profesora de Estudios Muggles me había castigado repetidamente durante toda mi existencia en el colegio Hogwarts, tanto me molestaba, que me daban ganas de mandarle un crucio y dejarla en un armario con algún obibliate.. Pero no podía hacerlo, terminantemente prohibido por mi tutor, oseasé, el profesor encargado de los Slytherin. Tras estar en su despacho día si y día también, me obligó a contarle que carajo pasaba con esa mujer, hasta el punto de reñir por mi a esa estúpida. Mordí el labio paseando por los pasillos solitaria, algo extraño contando que estaba permanentemente acompañada por aquellas dos chicas de Sly, mis FANS número uno. Já, había idiotas en todas partes, la verdad es que no sabía que hacían cursando 7º con lo subnormales que eran.

Pero ahí estaba, volvía a estar castigada por la noche con el horror de estar acompañada por un idiota de 6, aun que no tenía ni idea de quien era. Solamente deseaba que no fuera de Gryffindor, o peor, un estúpido que pensaba que sería divertido meterse conmigo. Miré al suelo, estaba sola en un maldito pasillo oscuro y no quería ni tenía ganas de hacer nada. Decidí no ir al castillo y volver a mi casa, ya me reñirían mañana, ahora tenía sueño. Pero cuando quise darme cuenta, me dolía el hombro y estaba tirada en el suelo. Una mueca de asco fue lo primero que se posó en mi rostro, luego, mala hostia. Pero que coño pasaba en esta mierda de centro? No sabían lo que era el respeto?

-Eres idiota?- pregunté con mi ya habitual bordería y quizás un poquitín de frialdad. Me levanté con rapidez y le di una semejante bofetada que resonó en todo el lugar. Y que no se quejara, no había resultado con tan mal humor para hacerle más daño, estaba demasiado cansada para eso. Lo miré arrugando la nariz de nuevo y me hice frente con dos pares, no tenía miedo a nadie y menos a un renacuajo de Hufflepuff que pretendiera creerse mayor por estar castigado. Me di la vuelta dispuesta a irme a dormir en paz no sin antes decir -y mira por donde vas.

Estupido niñato, pero que se creía? Que podía tirar a cualquiera sin pedir ni siquiera disculpas? A demás, una cosa era no ver a quien te topabas, otra ignorar hasta quien se había caído, pero ni esas...
Me giró tan deprisa que me quedé por un segundo sin aire, tan cerca del niñato rubio que se me helaba la sangre de un momento a otro de pura ira. Chata? CHATA!? Me había llamado idiota, y luego CHATA? La piel se me volvía de gallina revolviéndome en sus brazos, pero hasta que me soltó no pude safarme de el. Idiota niñato de mierda, pero que estaba pasando aquí?
Sus manos, directamente se encotraron en los bolsillos, allá donde probablemente estaría su varita, a lo cual, hice exactamente lo propio. Mi mano fue hasta mi espalda por dentro de la túnica donde agarré mi larga varita de sauco lista para sacar con rapidez. Si de algo se me conocía aparte de la mala leche, era por ser rapidísima en todo lo que hacía, desde el quidditch hasta en desenvainar. Estreché los ojos, observando que aun que no fuera de primero, al menos de 7º no era. Probablemente sería de 5 o 6º a lo sumo, tenía la cara de chico mayor, pero no lo suficiente para creerlo mayor de edad.
-Nunca nadie da miedo hasta que sabe a lo que atenerse... - susurré en un silvido bastante propio de las sirenas, con mi bordería habitual y mi cara de asco.
Desenvainé tan rápido que ni se dió cuenta de que mi mano se movía al mismo tiempo, como siempre, con mi hechizo más fácil y habitual. Unas cuerdas salieron de la varita ligera poniéndose alrededor de su cuerpo atenazándole las manos de manera que se calló la varita. No iba a lastimarme, ya había quedado muy claro que estaba agotada, necesitaba ir para cama, pero jamás lo dejaría allí sin tener venganza
-La próxima vez pequeño, ni se te ocurra meterte con alguien que sea superior a ti- por una vez, me refería a la edad, pero bien se podía entender que era también de otras cosas. Me acerqué a su cuerpo por detrás y le di un puntapié tras las rodillas haciendo que se callera poniendose sobre los meniscos. Agarré su cabello y tiré de el hacia atrás, poniéndome en su oreja, rozandole con los labios el pelo, sonriendo contra su sien. Apreté la mandíbula con tensión y lo miré a los ojos todavía en el lugar, apretando los labios contra la piel de este, cálida pero algo húmedecida - dime quien eres, y puede que te perdone...- susurré tan suavemente que bien podía ser una muerte dolorosa.

Observé que se llevaba la mano a la espalda y al segundo siguiente ya tenía la varita fuera, de seguro que me atacaba en unos segundos. Yo también saqué la mía, era un acto reflejo, ya estaba tan acostumbrado a usarla contra la gente de este colegio que me salía de forma automática cuando alguien me apuntaba con ella.
Cuando habló hice una mueca ante sus palabras, ¿miedo? No, ninguno. En esos momentos no sentía miedo, sino adrenalina por el cuerpo al ver que tenía a alguien a quién enfrentarme, parecía un buen rival sin duda.
Ella era más rápida, antes de que yo pudiese reaccionar de alguna manera, me lanzó un hechizo. Ahora estaba atado con unas cuerdas, sin posibilidad de movimiento y sin varita.
-¿Tú superior? Créeme, no me conoces para decir eso-le espeté con odio. Luego la vi acercarse a mi, sus ojos destilaban odio y furia hacia mi, lejos de intimidarme, me provocaban más ganas de enfrentarme a ella.
Sentí que me daba una patada por detrás y como caía de rodillas. No sentí dolor, alcé la cabeza con orgullo. Tenía una forma de recuperar la varita e iba a hacerlo.
Era bastante bueno con los hechizos no verbales, conjuraría un "accio varita" en mi mente y con suerte esta volaría a mis manos. Si no funcionaba...recurriría al plan B.
La chica me agarró del pelo con fuerza y tiró de él levantándome la cabeza. Sentí su respiración en la oreja, pero no me inmuté no iba a darle esa satisfacción.
-No te voy a dar ese gusto-le respondí de forma indiferente.
Sin prestarle atención, intenté conjurar el accio para recuperar la varita. Me resultaría difícil manejarla con las manos atadas. Sentí el suave tacto de la madera en mis dedos, y posé suavemente la varita entre mis pies donde ella no la viera. Lo mejor era recurrir al plan B, romper las ataduras por la fuerza.
Con una de las manos, la que mejor podía mover, empecé a tirar de una de las cuerdas, parecía que empezaba a ceder y no tardaría en romper. Segundos después ya tenía la cuerda rota. De un golpe me levanté, con esa cuerda rota ya tenía más movilidad, recuperé la varita de mis pies y me aparté de ella un poco para tener espacio para conjurarla.
-¡Levicorpus!-grité apuntándole al pecho. Al instante quedó colgada por el tobillo del techo.
Me acerqué hacia ella, sonriendo mezquinamente. Vi que tenía la varita en la mano y se la quité, no sin antes esfuerzo.
-Esto ya no lo necesitas-contesté enseñándoselo delante de su cara.
La sujeté bien con la mano, no sabía que artimaña se estaría formando en su cabeza, pero seguro que esto no iba a quedar así.

El puñetero Hufflepuff no paraba de escupir sandeces por aquella boca de crío que tenía, llenando el ambiente de un odio que yo ni siquiera había sentido. Lo mio simplemente era ira, mientras que lo de el... vaya, al parecer al chico no le gustaba que la dañaran el orgullo ni que le pisotearan alguien superior a el. JAJAJA, pues si que era gracioso que un Hufflepuff fuera así. Pero no me dio más tiempo a pensar en cosas divertidas, pues volvió a hablar con aquella voz que podía calificarse como demasiado tranquila, indiferente incluso. Alcé las cejas totalmente sorprendida cuando se desató de las cuerdas, nadie podía hacer eso, incluso alguien con algún encantamiento de fuerza. Solo podían los animales, y el era un .... anda.. tenía que ser.. un bicho para tener tanto poder.. no? Me quedé pensativa olvidandole el echo de tenerlo físicamente delante de mi. Para cuando me quise dar cuenta, tenía la varita en la mano y estaba enfrente de mi provocando un hechizo. Ni me dio tiempo a hacer un contrahechizo ni ninguna protección. Mierda mierda y mierda. Estaba totalmente boca abajo, agarrada por una cuerda invisible del tobillo derecho colgada del techo. Pero no todo lo malo había pasado, intentó desprenderme de mi varita, cosa que no me hacía ni gracia aun que estuviese colgada, tirando de ella con evidentemente, más fuerza que yo. Solté un gruñido desde lo más hondo de mi garganta. No... no podía quitarme algo que era mío, eso sí que no lo podía tolerar, era mío.

Me puse completamente blanca con algunos tintes verdes por mi cuerpo, algo completamente normal para mi si me enfadabas de verdad, parecía como una sepiente a punto de lanzar veneno. Mi pelo se rizó un poco más de la tensión y el pasillo empezó a sufrir un tremendo colapso de presión, le dolería tanto la cabeza y el cuerpo que acabaría callendose al suelo de la pesadez del ambiente.

-DAME LA VARITA AHORA MISMO!- berreé con tanta fuerza que mi voz hizo eco por toda la sala totalmente cabreada y con la mismísima frialdad de los polos. Como una daga de cristal, rompió alguna que otra ventana del lugar, lo que hizo salir a los profesores de guardia de sus lugares para encontrarse ahí mismo. Entre ellos, mi tutor de Sly, lo cual cuando me miró al instante me bajó del levicorpus. Puse las manos en el frío suelo y el ambiente cambió difuminandose toda la tensión del sitio. Miré con odio al idiota Hufflepuff y le arrebaté mi varita. Cuando fui a hacerle un hechizo, mi tutor se puso enfrente con los brazos en alto.

Todos los profesores guardias estaban allí, escuchaba por todos lados gritos enfadados y reprimendas para ambos, pero yo solo escuchaba a mi tutor, que era el que puso las manos en mis hombros. No podía dejar de mirar con asco a aquel estúpido y tuvo que cogerme la cara con fuerza para girarla, lo que probablemente, me dejaría marcas. Arrugué más todavía el ceño y lo escuché impaciente. "Qué ha pasado? Qué te ha hecho? Qué le has hecho tu?" Por una vez no tenía yo toda la culpa, yo solamente me iba para cama, y así se lo expliqué, aun que en medio de gritos histéricos, lo que dió a entender que era verdad, pues yo jamás de los jamases me enfadaba. Pero es que era mi varita, nunca había tocado a nadie, es más, jamás me la habían quitado con un conjuro ni nada por el estilo. Mi mal humor no acababa de salir cuando se acercó uno de los profesores y habló con mi tutor para dejarme a mi libre de que me fuera para cama, de manera que me dejó sola con el idiota enfrente de mí. Mala idea, me daba igual que me castigaran, pero aquel idiota me las pagaría.
-Lacarnum Inflamarae!- moví tan rápido la varita que ningún profesor puedo mandar nada para pararla cuando llegó al cuerpo del muchacho, que caía en el suelo entre retortijones de dolor. Todo su cuerpo empezaba a arder desde las prendas hasta tocar su delicada piel, lo que le produciría yagas diversas por todo el cuerpo. Pero como siempre, algo pasaría para librar a aquel idiota de mis encantamientos. 

Entrecerré los ojos y di un paso observando como el fuego hacía reacción en su piel desprendiendo un olor a quemado muy fuerte. Los profesores actuaron deprisa, pero su piel estaba alcinada en el abdomen. Abrí los ojos como platos, estaba en carne viva.. yo lo había visto, estaba en carne viva. Pero el agua y su agilidad al levantarse no denotaban dolor ninguno. Abrí la boca, sabía que era raro e incluso que tenía mucha fuerza, pero... que se curaba también?
Pronto mi tutor agarró mi brazo empezandome a chillar, pero yo no podía dejar de mirar como las ampoyas se iban solas, cosa que nadie se percataba al parecer. El mismo chico si me miró observarle y se tapó con la mano ya que sus ropas estaban completamente quemadas, incluso parte de los pantalones. Mi impresión no salía del desconcierto, se curaba por completo y absolutamente nadie se daba cuenta, o más bien no se querían dar cuenta? Alcé las cejas cuando empezaron a llevarnos por los pasillos, al parecer, estaríamos bastante castigados el mismo número de días, en el mismo sitio y juntos. La mirada de odio era tan evidente que ambas se chocaban como chipas de las varitas.

Apreté la mandíbula en cuando dijeron que nos quitarían las varitas. Pero..? como..? no estaba permitido quitarle la varita a un mago! por que querían quitarmela si la culpa claramente era de él ??? Mordí el labio inferior y me dejé llevar a rastras por mi tutor sin habla por parte de ninguno de los dos hasta la sala de trofeos. Miré a ambos lados, habían demasiados.. Empezé a enfurruñarme hechando bufidos al aire en cuanto me dieron el paño con el que pretendían que limpiaran. Me quedé mirando con cara escéptica el agua de colores.
-Para que es esto?- pregunté a mi tutor que ya tenía cara de asco. Creo que el tampoco lo sabía... Miré de nuevo las copas y luego el paño tirándolo al suelo con gesto asqueroso sentandome en una de las ventanas en cuanto los profesores nos dejaron allí. Miré con asco al chico, pero la curiosidad era más fuerte que todo lo demás -Vampiro u hombre lobo?- pregunté con los ojos entrecerrados. No era una chica que diera vueltas como peonzas, así que se lo dije lo más serio, directo y simple posible.