Días Complicados (Rose A. Wesley)

El día estaba nublado, uno de esos días en los que la tierra huele a húmedo, y pequeñas gotas recorren los brotes de hierba. El cielo está gris, pero tanto que la luz del sol apenas puede pasar entre las gruesas nubes que amenazan cargadas de agua. Los pensamientos vuelan como pueden por la cabeza de Simon, de golpe, quieren ir todos a la vez.

La primera buena noticia de su estancia en el Colegio de Magia había sido el hecho de ser seleccionado para Ravenclaw, su padre había estado en Gryffindor, pero no le importaba. De hecho, pensaba que tal vez Ravenclaw fuera mucho mejor para él, por su carácter, por su capacidad de estudio y aprendizaje. Después, había congeniado con algunas personas, pero se veía todavía excluido y eso hacía que su cabeza fuera un hervidero de pensamientos irracionales, de autocompasión. Se había ido por eso al campo de Quidditch, para estar sólo un rato, para ver si así podía pensar con claridad.

El campo le pareció algo increíble, con las gradas estilizadas y hasta donde alcanzaba su cuello. Las banderas de las cuatro casas decorando el estadio. Los aros que defendían los guardianes elevándose entre algunas nieblas. Al ver los aros recordó los partidos que había visto con su padre, el Puddlemere United. Siempre quiso ser guardián, todo alababan al buscador, y por supuesto era una posición realmente complicada y para la que había que ser muy habilidoso. Pero el marcador antes de coger la snitch es muy importante, y evitar los tantos era tarea del Guardián. El hecho, de que no fueran muchas veces tan reconocidos hacía que él los admirada todavía más.
Se imaginó vestido con el equipo de Quidditch de Ravenclaw, el azul en el pecho, la escoba en la mano, las trompetas sonando en el estadio. Algún día tenía que vivir ese momento.
Volvió a levantar la mirada y vio como las nubes se iban uniendo entre ellas, haciendo el cielo todavía más oscuro.